Ella es una skinhead motorizada

¿Qué hacer ante la ausencia de respuesta de una pregunta que no hace sino perseguirnos? Una carta de despedida que no nos atrevemos a leer, una habitación convertida en un santuario, un hueco eterno que no podemos llenar. Todo por el temor de encontrar algo que, quizás, en el fondo sí sospechábamos, pero temíamos comprobar.
Ella es una skinhead motorizada es un viaje, metafórico y literal, que nos enfrenta con esa ausencia, con ese vacío. A través de una voz reflexiva pero violenta, cuestionadora, disconforme, terminamos enfrentándonos a lo más primitivo y animal de nuestro interior. Esta novela es ese viaje, ese deseo insaciable por descubrir aquello que tememos, pero que tampoco nos podemos resistir.

Continuando el camino de trilogía que inició con Los decapitados, Gutiérrez vuelve a acercarnos al abismo, pero esta vez no para sumergirnos en él, sino para ver, conocer, hablar con y enamorarse de aquellos que sí lo hicieron. A través de que reflejan aquello que no nos atrevemos a ver dentro de nosotros mismos, Ella es una skinhead motorizada nos enfrenta a nuestra indiferencia como escape, como salida de emergencia, hasta que llegamos a un punto en el que el no hacer nada ya no se vuelve una opción, cuando lo único que nos queda por hacer es enfrentar aquello de lo que hemos estado huyendo.